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EGB N°86 Mafalda | Proyectos Educativos Institucionales con TIC

                Los personajes que te dan la bienvenida pertenecen a una historieta argentina llamada MAFALDA, su autor QUINO, más adelante vamos a  compartir algunas así los conocés.





NUEVA SECCIÓN,MIRAMOS , ESCUCHAMOS, LEEMOS, NOS LEEN:

                                                     
       Viernes 15  de mayo de 2020

                   Un cuento sobre el derecho a la identidad

                                                                                Nació mi nombre


En el pueblo Sin Nombre todos se conocían y se mencionaban unos a otros diciendo: vos, nena, chico, verdulero, hijo del carnicero, la chica que vive frente al semáforo, la que camina con tranco de alambrador, la viuda del de la nariz torcida.
A medida que el pueblo fue creciendo empezaron las confusiones. Cuando pusieron tres semáforos una vecina le comentó a otra:
– ¿Sabías que la chica que vive frente al semáforo…?
– ¿A qué semáforo…?
– El que está a la vuelta de la carnicería.
– ¿De cuál carnicería?
– ¡Estoy hablando de la chica que vive frente al semáforo que está a la vuelta de la carnicería, de la que está enamorado el chico que vende pan! -contestó furiosa la vecina porque no la comprendían.
La noticia de tener un enamorado llegó a todas las chicas que vivían frente al semáforo y tenían una carnicería cerca.
– ¿Sabías que el que vende pan está enamorado de vos?
– ¡No, de vos!
– ¿De mí?
– ¡No, de ella!                                                                                           
Once jóvenes hermosas salieron a recorrer las tres panaderías y  ese día se vendió más pan que el acostumbrado. A las primeras once se le agregaron otras once, que vivían a media o una cuadra de los semáforos porque les llegó la noticia que “el que vende pan está enamorado de una señorita que vive por la zona del semáforo”. Todo el pueblo está en “la zona” de alguno de los tres semáforos, así que la tranquilidad pueblerina se convirtió en un alboroto cuando todas las jóvenes salieron en busca del enamorado.
Los chicos que vendían pan tomaron diferentes actitudes:
Los que estaban enamorados y se sintieron cohibidos no dijeron una palabra.
Los que no estaban enamorados, pero se sintieron halagados ante tantas bellezas se peleaban por ser el elegido: “el chico de la panadería enamorado soy yo”. “No, soy yo, tengo de testigo a  todos los vecinos que me han visto pasar por los semáforos”. “El que pasa diariamente por el semáforo soy yo y deseo que esté rojo muchas horas para ver salir a mi amada”.
A los panaderos se sumaron otros jóvenes -y no tan jóvenes- que buscaban novia y aunque hasta ese momento trabajaban ordeñando vacas o de payasos en fiestas infantiles, cambiaron rápidamente de oficio y se ofrecieron para trabajar en las panaderías, en algunos casos sin recibir pago, ¡porque hallar el amor no tenía precio!
El conflicto era cada vez mayor. Tuvieron que llamar al Juez que, por suerte, era uno solito que había llegado a aquel lugar tranquilo para no tener pleitos en su profesión. El juez después de escuchar cientos de comentarios y testimonios llegó a una conclusión:
– Las posibilidades de encontrar la pareja de enamorados está entre unos cincuenta jóvenes y otras tantas señoritas, ¡una cuestión imposible de resolver! Desde hoy dispongo que para evitar nuevas complicaciones, llamemos a cada uno por su nombre.
El juez que era muy práctico los puso a todos en fila y los identificó:
Trenza Semáforo.
Flequillita Semáforo.
Orejota Semáforo.
Y así siguió la lista, cada una con su nombre y apellido Semáforo.
A los caballeros los bautizó:
Chueco Panadero.
Rubio Panadero.
Narigueta Panadero.
Y así siguió la lista, cada uno con su nombre y apellido Panadero.
La cuestión se aclaró. Había muchos Panadero y muchas Semáforo, pero una sola “Pequitas Semáforo” y un solo “Sonámbulo Panadero”.
Prosiguió el Juez con sus indicaciones:
– Desde ahora en adelante, cualquiera que nombre a otro lo debe identificar con su nombre y apellido. De esta manera se previenen malos entendidos.
Y tac, toc, toc, toc, tac….puso sellos allá y acá, ¡lo que les costó un alto precio a las Semáforo y a los Panadero!, pero como eran muchos lo pagaron entre todos y el juez tuvo la esperanza de que nuevos pleitos surgieran.
Con el tiempo hubo cada vez más nombres y más bellos que los que puso el juez porque  surgieron de momentos mágicos que en el pueblo Sin Nombre se cuentan así:

Una  madrugada  nació esta linda morena de ojos grandes. Por la ventana su mamá  veía las flores mojadas por la humedad. Los ojos de la mamá también se humedecieron entonces los árboles y el paisaje entero recibieron gotitas de ese amor materno. La mamá, al ver cómo las gotas iban y venían de sus ojos grandes a la tierra, de la tierra al cielo… sintió una emoción que se hizo palabras y le habló al oído a su pequeña:
 – Desde hoy todos te conocerán por tu nombre Rocío del Cielo.


Así fue como la linda morena y otras niñas y niños comenzaron a tener nombres con historia, como te pasa a vos y me pasa a mí. Una historia que quiere salir cuando te nombran: Carlos, Mariana, Pablo, Pilar…una historia que podés contar.


TONUCCI: TENEMOS QUE LEER CON LAS NIÑAS Y NIÑOS | Hablamos de ...
        


                 

             La historia de un nabo

Cuento folklórico ruso
Traducción de la versión inglesa y adaptación de
Elsa Isabel Bornemann.



Había una vez una historia de un viejo que plantó un nabo
chiquito y le dijo:- Crece, crece, nabito, ¡crece dulce! 
Crece, crece,
nabito, ¡crece fuerte!
Y el nabo creció dulce y fuerte y grande. ¡Enorme!
Un día, el viejo fue a arrancarlo. Tiró y tiró, pero no pudo
arrancarlo. Entonces llamó a la vieja.
La vieja tiró de la cintura del viejo. El viejo tiró del nabo. 
Y tiraron y tiraron una y otra vez, pero no pudieron arrancarlo.
De modo que la vieja llamó a la nieta.
La nieta tiró de la vieja, la vieja tiró del viejo, el viejo 
tiró del nabo. Y tiraron y tiraron una y otra vez, pero no pudieron arrancarlo.
Entonces la nieta llamó al perro negro.
El perro negro tiró de la nieta, la nieta tiró de la vieja, la 
vieja tiró del viejo, el viejo tiró del nabo.                   Y tiraron y tiraron una y otra
vez, pero no pudieron arrancarlo. Entonces el perro negro llamó
al gato blanco.
El gato blanco tiró del perro negro, el perro negro tiró de la
nieta, la nieta tiró de la vieja, la vieja tiró del viejo, el viejo tiró del
nabo. Tiraron y tiraron una y otra vez, pero no pudieron arrancarlo.
Entonces, el gato blanco llamó al ratoncito.
El ratoncito tiró del gato blanco, el gato blanco tiró del perro
negro, el perro negro tiró de la nieta, la nieta tiró de la  vieja, la vieja tiró del viejo, el viejo tiró del nabo. Y tiraron  y tiraron y tiraron,
con todas sus fuerzas, hasta que por fin ¡arrancaron el nabo!

Pero... ¡púmpate!, el viejo cayó sobre la falda de su esposa, y 
la vieja cayó sobre la falda de la nieta, y la nieta sobre
el perro, y el perro sobre el gato, y el gato sobre el ratón! Y sobre todos ellos...
¡cayó el nabo!
Pero no se asusten: ninguno se lastimó.
¡Y qué maravilla era aquel nabo! Más tarde, hicieron con él
una rica sopa. Y hubo suficiente para el viejo, para la vieja, 
para la nieta, para el perro, para el gato y para el ratón...¡Y 
aún sobró un poquito de sopa para la persona que les acaba de contar este
cuento!




Lo prometido ,conocemos los personajes de una de las mejores HISTORIETAS ARGENTINAS.

MAFALDA
AUTOR:QUINO

Mafalda es una nena terrible, simpática y atrevida, que vive en la Argentina entre los años1960 y principios de los 1970. Es nacida de una típica familia de Buenos Aires (porteña) de clase media. Esta niña, como todas, tiene una familia y unos amigos que forman su pandilla. Va a la escuela y, en verano, cuando le salen las cuentas a su papá, va de vacaciones. Pero Mafalda no es una niña como otra cualquiera. Humilde y comprometida con la diversidad, le preocupa el mundo y no entiende como los adultos pueden llevarlo tan mal. Es famosa en el mundo entero por la gracia de sus preguntas, la inocencia de su mundo y la altura de sus ideales. Luchadora social incansable, emite manifiestos políticos desde su sillita con una inocente falta de inocencia. Puede decirse que es una revolucionaria más allá del lápiz y el papel. A través de Mafalda y su entorno, su autor, Quino (Joaquín Salvador Lavado), reflexiona sobre la situación del mundo y las personas que en él vivimos.


MAFALDA A LAS 17 | Mi tiempo libre

Personajes de Mafalda

Los personajes de la tira. | Personajes de mafalda, Mafalda ...


Los personajes de la tira. (con imágenes) | Personajes de mafalda ...

Los personajes de la tira. | Personajes de mafalda, Mafalda ...
TODA Mafalda.: Los personajes de la tira.





Los personajes de la tira. | Personajes de mafalda, Mafalda ...




AHORA SÍ ,YA SABEMOS DE QUIÉN HABLAMOS.
Mafalda- Derechos del niño-










1)Los adultos de casa pueden contar si la leyeron o explicar algunas palabras que no entiendan lo más pequeños.
                                                           
                                   

 LOS DERECHOS DEL NIÑO,NIÑA Y ADOLESCENTE.


10 derechos fundamentales de los niños, por Quino | UNICEF América ...


Imagenes Para Colorear De Los Derechos Del Niño Y La Niña - Hay Niños







Y MÁS DERECHOS

CRC 3 por Quino



CRC 4 por Quino
Miércoles 20 de mayo de 2020

Vamos con dos más!!!
CRC 5 por Quino


CRC 6 por Quino
  

EDUCACIÓN,ATENCIÓN Y AYUDA.

CRC 7 por Quino
CRC 8 por Quino

Hasta mañana!!!!



LOS DOS ÚLTIMOS!!!!!!

CRC 9 por Quino

CRC 10 por Quino
Hasta  el martes!!!!

                              



YO SOY  YO

YO SOY YO
TENGO  UN  NOMBRE
TENGO  UNA  FAMILIA
QUE A VECES  SE  DESACOMODA
Y  SE  VUELVE  A   ACOMODAR.
TENGO  UN  CUERPO PARA CUIDAR
QUE JUEGA, SE  RÍE  Y CRECE.
YO  ME  ENOJO
Y   ME EMOCIONO
Y   A   VECES   ME ENAMORO
Y  SIENTO QUE  YO  SOY  YO
PORQUE  ESTOY  ENTRE  NOSOTROS.

                                 
                                 LAURA DEVETACH/MARÍA INÉS BOGOMOLNY

Hasta  mañana!!!

Miércoles 27 de mayo de 2020
La sopa de piedra

En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer.

“Lo siento”, dijo ella, “pero ahora mismo no tengo nada en casa”.

“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño, “tengo una piedra de sopa en mi cartera, si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo y haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor.”

A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a todos sus vecinos. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa.
El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cuchara con verdadera delectación y exclamó: “¡Deliciosa! Lo único que necesitamos es unas cuantas patatas”.

“Yo tengo unas patatas en mi cocina”, gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de `patatas peladas que fueron derechas al puchero.

El extraño volvió a probar el brebaje. “¡Excelente!”, dijo, y añadió pensativamente, “Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso...”.

Un señor salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: “¡Ah, que sabroso!, si tuviéramos unas cuantas verduras sería perfecto, absolutamente perfecto...”

Una pareja, con unos niños que miraban sorprendidos, salieron corriendo hasta su casa y volvieron con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y, con tono autoritario dijo: “la sal”. “Aquí la tiene”, le dijo la dueña de la casa.

A continuación dio otra orden: “Platos para todo el mundo”, la gente se apresuró a ir a sus casa en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.

Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa.

Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían, por primera vez, su comida.

En medio del alboroto, el extraño se escabulló, silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.

Cuento popular europeo.



              




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Manuel Belgrano, “La pasión como Bandera” 
Sanchez, Fernando. Ed Norma


 











2020 Año de Manuel Belgrano

2020 Año de Manuel Belgrano
El 2020 es un año especial para el Creador de la Bandera, ya que se cumplen 250 años de su nacimiento y 200 años de su muerte.
¿Quién fue Manuel Belgrano?
  1. Para comenzar a recordar todo lo que sabes de Manuel Belgrano, te propongo que leas su biografía:
(La biografía es un texto que narra los hechos más importantes de la vida de una persona. Las indicaciones de fechas permiten ordenar esos hechos en el tiempo)
Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Sus padres fueron don Doménico Belgrano y doña María Josefa González. Estudió en el Colegio San Carlos de Buenos Aires y en la Universidad de Salamanca (España). Al titularse de abogado, en 1794, regresó a Buenos Aires para trabajar como Secretario del Consulado de Comercio. Durante su gestión trató de fomentar la industria impulsando la educación. Cuando los ingleses invadieron Buenos Aires en 1806, Manuel Belgrano participó en la defensa de la ciudad y poco después se incorporó a las conspiraciones patriotas independentistas. Cuando estalló la Revolución de Mayo de 1810, Belgrano participó activamente en el Cabildo Abierto que derrocó al virrey Hidalgo de Cisneros, y fue elegido vocal de la Primera Junta de Gobierno. Entre 1810 y 1812, encabezó las tropas patriotas que lucharon contra los realistas en Paraguay y la Banda Oriental. En febrero de 1812, creó la bandera de Argentina. A comienzos de 1812 Manuel Belgrano fue nombrado Jefe del Ejército del Norte para enfrentar a las fuerzas realistas que aún controlaban el Alto Perú, y derrotó a Pío Tristán en las batallas de Tucumán (24-09-1812) y Salta (20-02-1813). Poco después fue derrotado por Joaquín de Pezuela en las batallas de Vilcapuquio (01-10-1813) y Ayohuma (14-11-1813). Entre 1814 y 1815, sirvió a su patria como diplomático, gestionando ayuda en Inglaterra. A su retorno hizo propaganda a favor de un régimen monárquico constitucional para las Provincias Unidas del Río de la Plata, proponiendo nombrar como primer Rey a Juan Bautista Túpac Amaru, hermano del inca peruano Túpac Amaru II. En 1816, fue uno de los promotores de la Declaración de Independencia en el Congreso de Tucumán (09-07-1816). En sus últimos años de vida, Manuel Belgrano combatió en la guerra civil contra los federales, dirigiendo tropas contra las provincias rebeldes de Santa Fe y Santiago de Estero. Pero a mediados de 1819, pidió licencia por enfermedad y se estableció en Buenos Aires. Víctima de una hidropesía, falleció el 20 de junio de 1820.









FRASES DE BELGRANO POR TRES

HABLANDO DE PATRIA
1Manuel Belgrano | Día de la bandera, Manuel belgrano, Frases de ...


Imágenes y frases bonitas de Belgrano y la Bandera Argentina ...




HABLANDO DE EDUCACIÓN



Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más que lo que ...


Diego Fernando Migliorisi - Diego Migliorisi


FRASES y PENSAMIENTOS, REFLEXIONES y más de EDUCACIÓN, CULTURA y ...


AUDIOLIBRO PARA ESCUCHAR EN CASA

"VIAJE A LA BANDERA"

Autora Cecilia Pisos / Ilustraciones Pilar Centeno



Voz de Vanesa Martínez - Secretaria EP 37







SALVE ARGENTINA

Salve, Argentina bandera azul y blanca,
jirón del cielo en donde reina el sol;
tú, la más noble, la más gloriosa y santa;
el firmamento su color te dio
el firmamento su color te dio
el firmamento su color te dio.
Yo te saludo, bandera de mi patria,
sublime enseña de libertad y honor,
jurando amarte, como así defenderte,
mientras palpite mi fiel corazón
mientras palpite mi fiel corazón.





19/6/2020

     AURORA(VIDEO EN TUTORIALES)
(Autor(es): Héctor Cipriano Quesada, Luigi Illica, Héctor Panizza)

Alta en el cielo un águila guerrera
audaz se eleva en vuelo triunfal,
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.

Así en el alta aurora irradial
punta de flecha el áureo rostro imita
y forma estela el purpurado cuello,
el ala es paño, el águila es bandera.

Es la bandera de la Patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios.
Es la bandera de la Patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios.


MUJERES QUE HICIERON HISTORIA

Doña María Catalina Echevarría de Vidal
        


       Todos los 20 de junio se honra al creador de nuestra bandera nacional, Manuel Belgrano, con motivo de su paso a la inmortalidad, por lo que se repite su nombre y se cuenta su historia.
Pero todos los 20 de junio se olvida decir otro nombre: el de María Catalina Echevarría, la responsable de confeccionar aquel primer paño celeste y blanco.

Doña María Catalina Echevarría de Vidal nació en Rosario, un 1 de abril de 1782, hija de padres vascos, al quedar huérfana fue adoptada por la familia de Pedro Tuella. Se casó con Juan Manuel Vidal con quien decidió vivir en una casa contigua a sus padres adoptivos para prestarles los cuidados necesarios. Su hermano, Vicente, era amigo de Belgrano,  por eso cuando el prócer llegó  en 1812 a  Rosario, se hospedó en su casa, desde donde comandaba la organización de las baterías que bautizó libertad e independencia para observar las tareas de fortificación en la barranca y la isla.

Para inaugurarlas, Belgrano organizó una ceremonia patriótica que no se podía concebir sin bandera. En una nota, Belgrano comunicó que “siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”.  Por este motivo le encargó a María Catalina su confección,  quien junto a la ayuda de otras vecinas cuyos nombres, una vez más, han quedado en el olvido, tomando materiales de la tienda de los Tuella, cosió los paños y les puso hilos de oro dando nacimiento a la primera Bandera de la Patria.

Fue María Catalina Echevarría no sólo confeccionó la enseña patria. También asistió a la ceremonia de jura, a orillas del Paraná, a pesar de que no era común que las mujeres participaran en ceremonias militares.

Un vitraux en la Catedral rosarina recuerda la primera jura. A la derecha se ve a María Catalina.


El diseño de esta primera enseña, según se cree, era de dos franjas horizontales blancas en los extremos y una franja celeste en el medio.

Luego de caer derrotado en Vilcapugio en 1813, y mientras reagrupaba a su ejército en el pueblo de Macha -hoy territorio de Bolivia-, Belgrano ordenó ocultar la bandera.
En 1885 fue hallada en la capilla de Tit

iri. Actualmente permanece en el museo “Casa de la Libertad”, en Sucre  y existe  una réplica autenticada en el Monumento a la Bandera.

Doscientos años después de aquella gesta, una placa colocada en el pasaje Juramento, a metros del Monumento Nacional a la Bandera, se convirtió en el primer recuerdo formal que se le tributa a Echevarría de Vidal en su ciudad natal.

"Esta mujer que fue invisibilizada por la historia merece también que se la conozca y se la reconozca como a tantas mujeres porque ellas también hicieron la patria y son parte de la formación en la construcción de la argentinidad. La mujer además de poner el cuerpo en las guerras de la independencia puso también las manos en las agujas, y tomando el calificativo que lo otorga O’Donnell, como lo hizo María Catalina, la zurcidora de América".


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HÉCTOR, el hombre EXTRAORDINARIAMENTE fuerte. 

Magalí Le Huche

 

  En un país llano y ventoso, muy lejos de todo y en medio de ningún lugar, se encuentra el Circo EXTRAORDINARIO.

   Este circo es EXTRAORDINARIO porque en él encontramos mucha gente EXTRAORDINARIA.

Ricardito, el hombre EXTRAORDINARIAMENTE pequeñito.

Rodrigo, el hombre EXTRAORDINARIAMENTE divertido.

Marianita y Marianela, las EXTRAORDINARIAS gemelas.

Clotilde y Rolando, la EXTRAORDINARIA pareja que se la pasa volando.

Gedeón, el EXTRAORDINARIO hombre que doma a cualquier león.

Leonardo, el EXTRAORDINARIO domador de leopardos.

Leopoldina, la bailarina EXTRAORDINARIAMENTE divina.

Y finalmente está Héctor, el hombre EXTRAORDINARIAMENTE fuerte. Héctor es capaz de hacer cosas asombrosas, como levantar con su dedo índice dos lavadoras llenas de ropa mojada o tirar de una carreta repleta de elefantes con la sola ayuda de sus dientes.

   Sin embargo, cuando termina su número, Héctor es un hombre discreto, más bien distante. Instaló su casa rodante en un lugar solitario, lejos de las miradas de los demás porque guarda un secreto…

   Más que nada en el mundo, Héctor ama tejer y hacer crochet. De tejidos, sabe un montón:

“Un punto al derecho, un punto al revés;

con angora o con mohair,

con lana o con algodón,

el tejido es mi pasión.”

   Su colección privada es digna de un museo de arte: manta hidratante trenzada, tejida con seda y cachemira. Almohadones calienta-pies, tejidos en zigzag calado. Medias termo-activas, tejidas en punto cruz con lana de angora. Bermudas dinámicas, tejidas en punto de canalé inglés con hilo de bambú. Delicado tapete tejido con hilo de nylon, para toda ocasión. Pasamontañas, discreción asegurada, tejido con acrílico en punto jersey. Y, finalmente, la obra maestra de Héctor: un tejido EXCEPCIONAL para la chica que ama… Leopoldina, ella es tan bonita.

   Leopoldina también está enamorada de Héctor Por ella, él intenta hacer las piruetas más EXTRAORDINARIAS.

Pero, entre bambalinas, Héctor despierta celos…

- “EXTRAORDINARIAMENTE fuerte, EXTRAORDINARIAMENTE fuerte.” Ya nos está cansando con sus musculitos este Héctor- repiten exasperados una y otra vez Gedeón y Leonardo.

   Una noche, después del espectáculo, los domadores lo desafían:

- A ver, Héctor, ¿quién es el más fuerte? ¡Seguro que ante nuestros felinos eres menos valiente!

¿O acaso tienes el valor de enfrentarlos con tus propias manos?

- No gracias, no me interesa el desafío- responde Héctor. Y se va.

Leonardo Y Gedeón lo miran alejarse, asombrados.

- El hombre EXTRAORDINARIAMENTE fuerte se niega a combatir, ¡qué cobarde resultó ser! – exclama sorprendido Leonardo.

- Yo diría que esconde algo – dice Gedeón.

Intrigados, los domadores deciden espiar a Héctor.

   Héctor no sospecha nada. En su escondite, ya puso manos a la obra. Al verlo, Gedeón y Leonardo no pueden creerlo.

- ja, ja ¡quién lo hubiera dicho! – dice burlándose Gedeón.

- ja, ja, ja… ¡cuando se lo contemos a los otros! Ya verás, será el fin de los “Héctor de aquí”, “Héctor de allí”- continúa Leonardo. - ¡Vamos a ponerlo en ridículo!

- De aquí en adelante será “Héctor el hombre EXTRAORDINARIAMENTE perdido por el crochet y enloquecido por el tejido”- dice Gedeón.

   Durante la noche, Gedeón y Leonardo se dirigen sigilosos a la casa de Héctor. Alrededor, todo es silencio, sólo se oye el silbido del viento, el canto lejano de las ranas y, de vez en cuando, un ronquido EXTRAORDINARIAMENTE fuerte.

 

 

 

 

   Con mucho cuidado Gedeón y Leonardo abren la portezuela, se deslizan en el escondite y se apoderan de todos los tejidos:

- ¡Con sus pequeños tejiditos haremos una linda exposición para Héctor el tejedorcito!

   A la mañana siguiente, Héctor toma el camino que lo lleva hasta la carpa. El viento sopla suave y las hojas revolotean con gracia. Inmerso en sus pensamientos, no percibe el revuelo que hay a lo lejos.

   Cuando llega a la entrada del circo, curiosas sensaciones se apoderan de él: sus pantorrillas comienzan a temblar, sus bíceps a desinflarse y sus bigotes a estremecerse.

Allí, colgados de la carpa, a la vista de todos, están expuestos sus tejidos.

   Leonardo y Gedeón lo señalan con el dedo, riéndose:

- ¡Y aquí está, señores y señoras, el autor de estas magníficas obras! ¡Héctor, el hombre que parecía tan EXTRAORDINARIAMENTE fuerte es en realidad el hombre que está EXTRAORDINARIAMENTE perdido por el crochet! ¡Enloquecido por el tejido! ¡Ja, ja, ja!

Héctor se siente humillado.

   De pronto, el viento comienza a soplar más fuerte. Sopla y silba, las ramas se agitan, una tormenta se desata sobre el Circo EXTRAORDINARIO llevándoselo todo: los tejidos, los sombreros e incluso la carpa.

   Cuando por fin regresa la calma, todo se ha volado. Leopoldina, al no ver a Héctor, decide salir a buscarlo.

- Oh, mi Héctor, ojalá que no le haya sucedido nada…

   Cuando Leopoldina finalmente ve a Héctor, lo encuentra sentado en la puerta de su casa rodante, muy afligido. Entre sus manos guarda un pequeño tejido.

- Aquí tienes, Leopoldina, es el único que no se llevaron. Lo hice especialmente para ti…

- ¡Oh! ¡Un tutú con pompones! Gracias Héctor, es precioso. Leopoldina corre a abrazar a Héctor y le da un dulce besito.

- Con tu talento, Héctor, todavía estamos a tiempo de salvar el circo. ¡Enséñanos a tejer!

   Sin perder un minuto, Héctor y Leopoldina reúnen al resto de la troupe para tomar todos juntos una clase de tejido improvisada:

“Un punto al derecho, un punto al revés;

con angora o con mohair,

con lana o con algodón,

el tejido es nuestra pasión.”

   Desde ese día, la gente viene de todas partes para ver el espectáculo del Circo EXTRAORDINARIAMENTE dulce.

   Héctor y Leopoldina siguieron juntos para siempre.

   En cuanto a Gedeón y Leonardo, nunca más se supo de ellos. Se dice que continúan corriendo en busca de nuevos trajes.

 

TARDE DE CIRCO.

(Gustavo Roldán)

La música que llenaba la carpa del circo se apagó cuando el hombre alto comenzó a caminar sobre la cuerda floja.

Se apagó la música, se apagaron las luces y se apagaron las voces, y el silencio fue una larga caricia recorriendo gradas y plateas.

Solo quedaron los reflectores que iluminaban esa línea casi invisible, allá en lo alto, por donde se deslizaba el equilibrista. Parecía que caminaba en el vacío.

El hombre avanzó con una larga varilla entre las manos. Hizo giros y piruetas, dejó caer la vara y saltó para atrás dando una vuelta en el aire y volviendo a caer sobre la cuerda en un misterioso equilibrio.

Caminó hacia adelante y hacia atrás, se paró con las manos, buscó una silla en esa especie de plataforma de donde habría partido y la apoyo en dos patas, y se sentó hamacándose y haciendo temblar al público. Pablito casi no respiraba.

Con sus nueve años recién cumplidos era la primera vez que iba a un circo. Había vivido en un pequeño y alejado lugar al que nunca llegaban esas diversiones, pero ahora estaba en un pueblo grande lleno de sorpresas.

-Voy a ser el hombre que camina en una cuerda- se dijo, pensando dónde ponerla en el patio de su casa.

Conseguir una cuerda no era difícil. Estaba seguro de que su papá se la compraría. ¿una soga o un alambre? Y en el patio tenía dos enormes árboles entre los que podía colocar fuese lo que fuese. el hermoso paraíso y el algarrobo a los que trepaba con los ojos cerrados.

Comenzaría desde el tronco, desde bien abajo, porque algún golpe se iba a pegar. en los juegos uno se cae, tropieza, se golpea, así son las cosas.

Y después, hasta llegar a las ramas más altas. ¡Qué susto el de su mamá cuando lo viera caminar tan arriba! Pero también se pondría contenta y orgullosa. Orgullosa de su hijo, que era un artista.

Otra vez la música llenó la carpa y volvieron las luces, cuando el hombre alto se descolgó por una soga.

Muchos, que parecían ayudantes, entraban y salían armando algo con enormes rejas, mientras tres malabaristas con ropas de colores arrojaban pelotitas y clavas al aire, en una increíble cantidad, y se las tiraban uno al otro y al otro. Después lo hicieron con espadas y con clavas que desprendían largas llamas.

“yo voy a practicar con naranjas -pensó Pablito –“. Debe ser más fácil. Naranjas nunca faltan en su casa, y si no, serviría cualquier cosa hasta que consiguiera las pelotitas. Eso sí, con fuego recién después de mucho practicar.

Otra vez el silencio, las luces cambiaron por potentes reflectores que recorrieron la pista, y de repente, se detuvieron en la entrada misteriosa por donde aparecían los artistas. ¿Qué habría detrás de esas cortinas de colores? Tres leones de grandes melenas avanzaron empujados por el chasquido del látigo de un domador de extraños bigotes, y entraron a las jaulas.

El último de los leones se dio vuelta y rugió mostrándole los colmillos al hombre de los bigotes. El látigo pareció estallar en el aire. Una, dos, tres veces resonó y el león se dio vuelta y entró como a desgano.

Pablito respiro aliviado. El circo entero pareció respirar aliviado. Se suponía que eran animales domados, pero se veían como fieras salvajes.

Y Pablito se acordó de lo que decía su papá: que las fieras siempre conservaban una naturaleza salvaje que podía aparecer en cualquier momento.

Los leones treparon a una banqueta, saltaron por un aro, uno tras otro, mientras el látigo dominaba los rugidos. Después el domador prendió fuego a otros aros más grades y las llamas hicieron dudar a los leones. Otra vez el látigo sonó y los leones saltaron entre las llamas.

“¡Qué lindo! ¡ser domador!” pensó Pablito.

Pero pensó que sus padres no lo dejarían tener un león en el patio. Una cuerda, sí, pelotitas también, pero un león no. Aunque les dijese que sería uno muy chico y muy manso, no habría caso.

Hay cosas difíciles de hacer entender a los padres. Pero qué lindo sería, y todos sus amigos, en especial maría, se moriría de asombro.

¡y la envidia de algunos!

Pero no iba a ser posible.

Y encima estaba esa tía que quería proteger a los animales y salvar a las ballenas y opinaba que los circos con animales eran una barbaridad porque los maltrataban.

Bueno tal vez tenía razón en lo de cuidar la naturaleza, pero se preocupaba por las ballenas y cuando pasaba el chico que juntaba cartones daba vuelta la cara.

Por el lado de los leones estaba perdido, mejor pensar en otra cosa.

Los payasos le dieron un poco de lastima, aunque uno de los chistes lo hizo reír y trató de recordarlo para sus amigos. No se le ocurrió la de ser payaso.

La gente se divertía viéndolos, Pablito también, pero le daba un no sé qué y lo dejaba un poco triste.

Entonces entro a la pista, de donde habían desaparecido las jaulas y los leones, una hermosa muchacha llevando a su lado el caballo más brioso que Pablito hubiera visto en su vida.

La muchacha corrió al lado del caballo, y en un momento que nadie pudo ver salto y se paró sobre el lomo. El caballo galopaba cada vez más rápido, dando vueltas por la pista, mientras la muchacha subía y bajaba, se paraba, se sentaba, giraba. De repente, después de un largo rato de inquietantes pruebas, dio un salto para atrás, dos vueltas en el aire, y cayo parada saludando a la platea. El público aplaudió entusiasmado.

“¡Qué hermosa es! –se dijo Pablito- “. ¡Es la mujer más hermosa del mundo! Y se sintió enamorado como nunca. Ni siquiera María era tan hermosa. Y eso que no había ninguna como María.

Otra vez las luces y la música se prendieron y se apagaron. Ahora entro el hombre del traje chino, aunque no parecía chino.

De una mesa donde relucían extraños objetos levanto un sombrero, lo mostró vacío, girando para que todos lo vieran, y metió la mano adentro. Saco pañuelos y pañuelos y una caja más grande que el sombrero del que había salido. Una caja que nunca podría haber entrado en ese sombrero.

El hombre del traje chino que no parecía chino dejo el sombrero en la mesa y mostro una caja vacía.

Volvió a meter la mano y sacó una paloma. Y saco dos palomas. Y sacó tres palomas. Cuando sacó la quinta paloma, el circo pareció reventar de los aplausos.

“seré mago” se dijo Pablito sin dudar, porque había visto cosas imposibles y terriblemente misteriosas.

Volvió la música y volvieron los payasos. Pero el seguía viendo las estrellas y las chispas que brillaban y saltaban de los dedos del hombre vestido de chino. No sería chino de verdad, pero los aros chinos sí que lo eran. Eran aros de acero, cerrados, como el público pudo comprobar porque los mostró uno por uno. Y después se enganchaban y desenganchaban de una manera que, si eso no era pura magia, ¿qué era?

Pero lo mejor de lo mejor fue cuando varios de los objetos fueron desapareciendo ante los ojos asombrados de todo el mundo. Estaban ahí, en las manos del mago, y de repente, no estaba más.

Seria mago y no tendría problemas con nadie. Y la admiración de María y de sus amigos sería más grande que si tuviera un león.

¿Las palomas también eran animales? Pablito pensó que no era lo mismo una paloma que un león, pero le quedo una duda.

Los ayudantes que entraban y salían descolgaron desde lo alto tres trapecios y estiraron cables y resortes y los tambores retumbaron como nunca.

Dos hombres vestidos con mallas negras treparon por las largas sogas que colgaban desde lo alto. Treparon usando solo los brazos, con las piernas estiradas hacia delante haciendo un ángulo recto.

Los reflectores alumbraban los trapecios y las luces seguían a los hombres. Sentados, parados, colgados, se hamacaron acercándose y alejándose, hasta que de repente uno se suelto, dando una vuelta en el aire, para ir a colgarse de otro trapecio.

No se oía un murmullo, y el silencio acompañaba el asombro de un público entusiasmado por la belleza del espectáculo. Los ojos de Pablito fueron los ojos del asombro y la felicidad.

Jamás había imaginado nada como esa combinación de agilidad y destreza que desplegaban los hombres con mallas negras. Parecían volar cruzándose en el aire y dando giros imposibles.

Lo mejor fue cuando los dos trapecistas se hamacaron colgados de los pies y de repente uno se soltó, dio una vuelta en el aire, y cuando parecía que iba a caer en el vacío se tomó de las manos del otro.

Todo fue cada vez mas emocionante. Seguro que no había en el mundo hombres mas agiles ni mas audaces. Cuando uno de los trapecistas dio el triple salto mortal Pablito casi se atraganta. No podía creer tanta maravilla.

“voy a ser trapecista”, se dijo seguro de no equivocarse.

También el enorme paraíso del patio de su casa serviría para hacer un trapecio. Ya sabía de cuál rama iba a colgar las cuerdas, esa en que solía sentarse cuando trepaba y jugaba a que era tarzán y saltaba imitando a los monos.

Pablito regreso a su casa caminando sobre una nube. ¿podría convencer a su papá de que lo dejara ir al circo otra vez? Una solo vez no alcanzaba. La cabeza le daba vueltas de entusiasmo, le daba vueltas de alegría.

También le daba vueltas de tristeza, por volver a su casa por calles que tanto le gustaban y que ahora estaban grises y aburridas. ¡lo que podría contarles a sus amigos! Y muchos de sus planes eran para compartir. Algunas cosas no eran para hacer solo.

Seguro que Atilio, que el negro, que Miguel, se prenderían en el proyecto. ¡armar un circo en el patio! El domingo tendrían que ir al circo todos juntos.

Ahora Pablito duerme y sueña. Sueña con la carpa y las luces del circo. Sueña que es domador, después mago, después trapecista. Sueña y sueña. pero mago o trapecista, siempre, siempre, de novio con esa hermosa muchacha que hace saltos mortales sobre un caballo.

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