Con letras de mujer









Un recorrido  por la literatura  donde  las mujeres son las protagonistas.









Adela Basch

(Argentina)

Nació en Buenos Aires el 23 de noviembre de 1946, y nunca se mudó de allí. Es profesora en Letras egresada de la Universidad de Buenos Aires y su primer trabajo fue traducir libros del inglés, aunque también dio clases de Lengua y Literatura e hizo colaboraciones periodísticas. Se desempeñó como coordinadora de talleres de promoción de la lectura; trabajó en el Plan de Lectura de la Dirección Nacional del Libro, y desde 2002 dirige una editorial dedicada a la literatura infantil. Pero, fundamentalmente, Adela es escritora, e incansable. Su primera obra de teatro es de 1979: Abran cancha que aquí viene don Quijote de la Mancha, y su primer libro, de 1985, Oiga, chamigo aguará.

 





Una noche de verano sumamente calurosa, una noche de fines de diciembre, salí a tomar aire afuera de la cabaña que ocupaba temporariamente.

La noche era apacible y hermosa. A mi alrededor todo era quietud y en el aire flotaba un no sé qué extraño y fascinante. El cielo estaba totalmente despejado y me pareció un océano lleno de misterios.

De pronto, sin saber por qué, me dieron unas ganas bárbaras de mirar la luna. La busqué y la busqué con la mirada, y nada. No se la veía por ningún lado. Me puse un par de anteojos, y nada. Me los saqué, los limpié cuidadosamente, me los volví a poner... nada.

Recordé que tenía un potente telescopio portátil. Me pasé un rato largo mirando el cielo a través de su lente, pero la luna no aparecía por ningún lado. Ni siquiera opacaba por su presencia.

Nubes no había ni una. Estrellas, un montón. Pero la luna no estaba. Me fijé en el almanaque. Era un día de luna llena. ¿Cómo podía ser que no estuviera? ¿Dónde se habría metido? En algún lugar tenía que estar. Decidí esperar.


Esperé con ganas. Esperé con impaciencia. Esperé con curiosidad. Esperé con ansias. Esperé con entusiasmo. Esperé y esperé. Cuando terminé de esperar miré al cielo, y nada.

Cuando pude sobreponerme a mi decepción, me serví un café. Lo bebí lentamente. Cuando lo terminé de tomar la luna seguía sin aparecer. Me serví otro café. Cuando lo terminé de tomar ya había tomado dos cafés. Pero de la luna, ni noticias. Después del décimo café la luna no había aparecido y a mí se me había terminado el café. Paciencia por suerte todavía tenía.

Consulté las tablas astronómicas que siempre llevaba en la mochila. Eclipse no había. Pero de la luna, ni rastros. Volví a tomar el telescopio. Enfoqué bien, en distintas direcciones.

El cielo nocturno era maravilloso y, como tantas otras veces, me sorprendió mucho encontrar algo que no esperaba ver. Mucho menos en ese momento y en ese lugar. Ahí a lo lejos, entre tantas galaxias con tantas estrellas y tantos cuerpos desconocidos que se movían en el espacio había un pequeño planeta con un cartelito que decía "Tierra". Le di mayor potencia al telescopio y pude ver claramente que en la terraza de mi casa todavía estaba colgada la ropa que me había sacado antes de ponerme el traje de astronauta. Adentro, en el comedor, mi esposo y los chicos comían ravioles con tuco y miraban un noticiero por televisión. En ese momento justo estaban mostrando una foto mía y el Servicio de Investigaciones Espaciales informaba que yo había alunizado sin dificultades.

Me tranquilicé y me quedé afuera, disfrutando serenamente de la noche, mirando todo con la boca abierta, absorta en vaya a saber qué, tan distraída como siempre, totalmente en la luna.




María Elena Walsh

(Argentina)


María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires.


1952 - Leda y María
1952 -


Fue escritora, poeta, guionista, cantautora, compositora y dramaturga.

Célebre por su literatura infantil, la producción artística de Walsh comenzó con el libro de poesías publicado a sus diecisiete años Otoño Imperdonable, que le valió el reconocimiento de escritores e intelectuales, como los premio Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez y Pablo Neruda.

A los 21 años se embarcó, junto a la folklorista Leda Valladares, rumbo a París, donde difundieron el folklore de tradición oral con gran reconocimiento del público, grabando varios discos que presentaron en su regreso a la Argentina en una extensa gira y presentaciones en Canal 7. Por esa época comienza a componer para niños y graba, junto a Valladares, el famoso disco Canciones para Mirar (1960), que incluía canciones que son parte de la cultura argentina como El Reino del Revés, y Doña Disparate y Bambuco (1962) que dio vida a Manuelita, la tortuga.

A lo largo de su vida recibió innumerables reconocimientos nacionales e internacionales: Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, Premio Konex de Platino y de Honor en Letras; Highly Commended del Premio Hans Christian Andersen de la IBBY (Dinamarca), el Premio Honor del FNA; Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba, entre otros.

María Elena Walsh falleció el 10 de enero de 2011 en Buenos Aires, sus restos descansan en el panteón de SADAIC del Cementerio de la Chacarita.


Cédula
Cédula

. BISA VUELA 

Había una vez una ancianita con más años que hojas tiene un ombú. Alta y flaca y memoriosa y sabia. 
Y había una vez un pueblo grande como dos sábanas cosidas al medio por las vías del ferrocarril. 
Y había en el pueblo varias familias con muchos chicos. 
Y había trenes que pasaban de largo, llenos de vacas y sin pasajeros.
La ancianita vivía sola en lo alto de un mangrullo. Guardaba cachivaches en un baúl de su antepasado el Conquistador. Y su grillo Pachimú se guardaba él solo dentro de una caja de fósforos.
Un buen día, los niños, reunidos en asamblea en el galpón del ferrocarril bajo las alas de un viejo avión herrumbrado, decidieron adoptar a la anciana como bisabuela de todos y llamarla Bisa. 
Y desde entonces vivieron felices, jugando con Bisa a la rayuela y al ajedrez.
Salían todos a pasear, algunos en bicicleta, otros en caballo de palo y alguno en un cajón tirado por un carnero.
Pescaban renacuajos para investigarlos y cultivaban enormes calabazas anaranjadas.
Bisa, en sus tiempos, había sido aviadora. Y el viejo avión era su famoso “Águila de Oro”.
La campeona de vuelo estaba jubilada –decía- desde que sus ojos se debilitaron y un mal día al aterrizar había atropellado a una pobre perdiz viuda.
Entre todos se pusieron a limpiar y aceitar el aeroplano, con la esperanza de volar algún día y llegar, por lo menos, hasta la orilla del mar.
¡Y ese día estaba cerca!
Porque ya las hélices rugían como dos leones tartamudos, comandados por la famosa aviadora.
Bisa abrió un baúl, sacó su viejo uniforme arrugado y se lo probó frente al espejo.
-No es tan distinto del uniforme de los astronautas, ¿verdad, Pachimú?
Pero el grillo, por ser tan pequeño, no sabía nada de astronautas.
Bisa se encasquetó la gorra y se puso unas antiparras que nunca había usado: era un trofeo regalo de su madrina después de su último vuelo ¡tantos miles de días atrás!
-Estos anteojos se han vuelto locos -dijo Bisa. Y miró a Pachimú, y en su lugar vio un gato con cola de pavo real.
-Estás muy raro. ¿Qué te pasa, Pachimú?
Pero Pachimú, por ser tan pequeño, no sabía nada de rarezas.
Bajó de su casa y con el grillo en su caja dentro de uno de sus 54 bolsillos llenos de herramientas, corrió a contarles a sus bisnietos la novedad.
Los niños, por riguroso turno, se probaron las gafas y no vieron nada, sólo las encontraron asquerosamente sucias y empañadas.
-Estoy segura de que con estos anteojos maravillosos pondré en marcha el motor -dijo Bisa.
Los chicos abrieron los portones, Bisa trepó a la diminuta cabina, movió manivelas y palancas y… brrrrummmm… cruzó las vías y remontó vuelo.
Los bisnietos la siguieron un poco a la carrera, después se taparon los ojos temiendo lo peor.
Seguramente ustedes también tiemblan de espanto pensando que se va a estrellar contra el más alto de los eucaliptos.
Pero no, Bisa vuela, feliz. Mira hacia abajo y ya no ve a sus bisnietos ni el ocre de los monótonos campos.
Ve toda la ciudad de Nueva York, ve una carroza tirada por mariposas gigantes, ve las pirámides mexicanas, ve un cohete espacial que pasa cerca, y allá lejos ve algunas torres de la ciudad de Bagdad.
Como le quedaba escaso combustible, al divisar una calle ancha y poco transitada, decidió aterrizar. ¿Dónde estaría? ¡Buena pregunta para Pachimú!
Bisa se levantó las gafas y vio que los niños de un pueblo extraño se acercaban a recibirla, con sonrisas, besos, abrazos y un ramillete de margaritas.
Pero ¡ay!, hablaban en otra lengua, sólo entendieron el idioma de los cariños. Entonces Pachimú se puso a cantar, y a él sí lo entendieron, porque los grillos cantan en un idioma universal.
Salió de su caja y del bolsillo y desde el ala del avión trabajó de traductor.
Los chicos de ese pueblo también decidieron adoptar a Bisa como bisabuela de todos. Y le ofrecieron domicilio en una casita construida en las ramas de un árbol.
Desde entonces Bisa vuela de pueblo en pueblo y de bisnietos en bisnietos.
Ya aprendió otro idioma y, en cada viaje, que dura media hora o tres meses –nadie lo sabe-, sigue mirando encantada por los cristales de sus antiparras, las maravillas del mundo que siempre quiso conocer.


En ¡Cuánto cuento! 

Editorial: Alfaguara










Elsa Bornemann, abanderada de la literatura infantil y juvenil


Docente y escritora infantil de varias generaciones de niños y adolescentes, recibió reconocimiento internacional con sus cuentos de terror, sus novelas y poesías. Falleció en Buenos Aires el 24 de mayo de 2013.

En el verano de 1952, en el barrio porteño de Parque Patricios, nació la hija menor de los Bornemann, Elsa Isabel. Blanca Nieves Fernández era su madre, de familia española y portuguesa. Wilhelm Karl Henri Bornemann, relojero alemán, su padre. Sus hermanas mayores, Hilda y Margarita.

 

"Mamá y papá leían mucho. Mi mamá tenía los libros que no se podían leer forrados de blanco y cada vez que me quedaba sola, me iba corriendo a buscarlos. Así leí el Libro del matrimonio perfectoAna Karenina. Andá a saber lo que yo entendía".

 

 

"Yo siempre escribí. En la escuela me preguntaban quién me había escrito la composición. Yo decía: 'No, la escribí yo'. Me mandaron a escribir sola a la dirección y se convencieron. En el secundario se dieron cuenta antes, porque yo me ponía a leer algún libro. Venía la profesora y decía: '¿Qué está leyendo? ¡Cortázar! No se puede, no está recomendado'".

 

Elsa se recibió de maestra en la Escuela Normal Superior N° 11 Dr. Ricardo Levene, de Parque Patricios, de profesora en Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y aprobó el Seminario de Post-Grado para obtener el Doctorado en Letras. Ejerció la docencia en todos los niveles. Se especializó en Literatura Infantil y Juvenil en nuestro país, América Latina, Europa y Asia.

 

Su prolífica obra

Su carrera como escritora comenzó en 1971 con Tinke-tinke versicuentos, publicado a sus dieciocho años pero escrito a los catorce. Luego vendría Un elefante ocupa mucho espacio (1975), El espejo distraído y Cuadernos de un delfín, en 1976, El libro de los chicos enamorados y Cuentos a salto de canguro, en 1977. Dos años más tarde, El último mago o Bilembambudín.

 

 

En 1976, Un elefante ocupa mucho espacio fue elegido para integrar la Lista de Honor del Premio Internacional "Hans Christian Andersen", otorgado por International Board on Books for Young People, con sede en Suiza. En 1977 este libro fue prohibido en nuestro país por relatar una huelga de animales. Bornemann recordaría años más tarde:

"La recomendación de la prohibición vino de parte de mujeres argentinas, escritoras. Lo supe cuando subió Alfonsín, cuando tuve el sumario gracias al director de la Cámara del Libro. Pero durante 30 años, los únicos problemas con mis libros los tuve por adultas y adultos. Nunca por los chicos"en entrevista con Leila Guerriero, La Nación, 24/09/2000.

"A lo largo de seis meses no pude escribir. Superado ese lapso, compuse la nouvelle titulada Bilembambudín o El último mago, publicada por Editorial Fausto y a partir de ahí continué con la escritura, contra viento y marea.

Pero la prohibición afectó particularmente mi relación con la existencia. En especial, debido a la gran cantidad de personas que decían apreciarme, quererme y que se borraron por completo a causa del decreto militar. Por extensión arbitraria del mismo tuve vedado el acceso a todo establecimiento de educación pública (de cualquier lugar de la Argentina y de cualquier nivel) hasta que terminó la dictadura", Imaginaria, 4/04/2001.

 

Entre 1976 y 1977, Bornemann estuvo a cargo de la selección literaria y la dirección de dos antologías: Estudio y antología de la poesía infantil, con 366 poemas de autores de toda Iberoamérica, una selección de juegos, adivinanzas, trabalenguas y coplas de la tradición oral. También realizó la Antología del cuento infantil, compuesta por cincuenta relatos de autores de todo el mundo, en muchos casos traducidos por ella misma.

Durante esos años, Bornemann dirigió la colección Pétalos de la Editorial Latina, quese proponía difundir buena poesía para chicos, aunque el autor no la hubiera escrito expresamente para ellos. Se trataba de libros en formato pequeño, que contenían una selección de diez poemas del autor con imágenes alusivas al texto. Para dicha tarea convocó a los artistas plásticos Alba Ponce y Guido Bruveris.

Bornemann seleccionó, entre otros, a María Elena Walsh, Fryda Schultz de Mantovani, María Hortensia Lacau, Pedro J. Vignale, Rafael Alberti, Federico García Lorca y José Sebastián Tallón.

En 1981, publicó El niño envuelto y No somos irrompibles. Su cuento Mil grullas fue incluido en el Plan Nacional de Lectura de 2011 y lo podés leer acá.

Le siguieron libros como Disparatario, Nada de tucanes, Lisa de los paraguas, Los grendelines y Puro ojos, entre otros.

Su acercamiento a la literatura juvenil llegaría en la década del '90 con Socorro, doce cuentos para caerse de miedo (1988), que es, probablemente, su obra más popular. Llegarían también La edad del pavo, Queridos monstruosNo hagan olas, Socorro diezPor último, Sol de noche y  Amorcitos sub-14, ya entrados los 2000.

 

"La literatura infantil es muchas veces vista como literatura de segunda. A mí el interlocutor adulto no me interesa tanto como los chicos. Me gusta ser de los primeros escalones. Que les pase a los chicos como me pasó a mí con muchos autores, que gracias a ellos seguí leyendo".

 

Junto a Laura Devetach, Ema Wolf, Graciela Montes, Graciela Cabal y Gustavo Roldán fue parte del panorama literario infantil y juvenil de varias generaciones.

 

 

Sus ilustradores

Algunos de los artistas que colaboraron en la ilustración de la obra de Bornemann para Editorial Alfaguara fueron: Alberto Pez, Muriel Frega, O' Kif, Sara Sedran, Matías TrilloPaula SocolovskySebastián Dufour, Pablo BernasconiCarlos Nine, Cynthia Orensztajn, Bianki, María Jesús Álvarez, Carolina Farías, Oscar Delgado, María Rojas, Huadi Gabo León Bernstein.

 

Los galardones

Bornemann recibió prestigiosos premios durante toda su carrera literaria, entre ellos, el Premio Alicia Moreau de Justo en 1985; Premio Konex de Platino de Literatura Infantil en los años 1994 y en 2004 y el Pregonero de Honor en 2006. En 1988 y 1989 respectivamente, sus libros Bilembambudín o el último mago y Disparatario fueron seleccionados para integrar la lista The White Ravens, distinción que otorga la International Jugendbibliothek de Munich, Alemania. La autora fue además galardonada con el Premio San Francisco de Asís "por toda su obra en beneficio de la infancia".

Bornemann pasó tiempo componiendo canciones y piezas de teatro. Su obra llegó a países tan diversos como Japón, Israel, Estados Unidos, gran parte de Latinoamérica y Europa.

Elsa Bornemann falleció a sus 61 años  el 24 de mayo de 2013.

En su homenaje, el proyecto escolar Elsa Bornemann Ilustrada realizó su muestra en el Espacio Cultural de la Biblioteca del Congreso de la Nación y lo podés ver online en este link.

 

El universo de la literatura infantil y juvenil la recuerda

Verónica Sukaczer (Buenos Aires, 1968) es periodista, escritora y editora. Ha publicado libros para niños y jóvenes como El inventor de puertas, Los nombres prestados, Lindo día para volar Nueve ratas en busca de un cuento. Recibió, entre otros, el Segundo Premio Nacional de Literatura Infantil y el premio Konex en literatura juvenil.

"Tenía seis años cuando me regalaron Tinke-Tinke, y el libro, con mis dibujos (porque tenía páginas para que los lectores dibujáramos) todavía sigue destartalado y querido en mi biblioteca. Puedo recitar de memoria, completo y perfecto, el poema de la mandarina Corina, y declamar una versión personal del poema del tomate muerto.

La poesía de Bornemann, llena de humor y de juego, era muy diferente a la poesía que se aprendía en los colegios en los años '70. Tal vez fue esa mezcla explosiva, hermosa, única, la que hizo a nuestra generación. El libro de los chicos enamorados fue el lugar donde viví mi infancia. 

En mis veintipocos, cuando quise escribir para chicos, volví a la poesía de Bornemann y descubrí sus cuentos. Un día, en la Feria del Libro en el viejo Centro Municipal de Exposiciones, quedé sentada en una mesa larga a su lado, con sensación de esto no me está pasando a mí. ¡Quedé sentada al lado de Elsa Bornemann!

Elsa prologó mi primer libro, uno que nadie conoce y se titula Ventana de la imaginación. Es el prólogo más hermoso del mundo. Cuando mi hijo mayor empezó primer grado en un aula que llevaba su nombre se me ocurrió pedirle unas palabras de bienvenida y ella envió un poema para todos los chicos. Y así la vida, siempre, atravesada por sus textos.

Poco tiempo después de su muerte me enteré de que su biblioteca personal se había vendido a una librería de viejo de la avenida Corrientes. Nunca tengo la plata que quisiera para libros pero allá fui, a rescatar lo que se pudiera, a guardar y atesorar los libros que ella había leído, que es lo que me gustaría que alguien hiciera alguna vez con los míos".

 

Graciela Repún (Buenos Aires, 1951) ha escrito más de 120 libros entre cuentos, poesías, obras de teatro, biografías y novelas. Su obra ha sido publicada en varios países de Latinoamérica y Europa. Entre sus distinciones figuran la Mención en el premio Coca-Cola de las Artes y las Ciencias, por su cuento El Capitán Pelado; Primera Mención Concurso Fundación del Libro, por Los locos Kepún; White Ravens 2002, otorgado por la Biblioteca de Munich, por Leyendas Argentinas, entre otros.

"Mi cuento 'El capitán pelado' quedó seleccionado junto a los de Adela Basch, Ricardo Mariño, Toty Leiguarda, Miguel Angel Molfino. Entre el jurado se encontraba Elsa que a partir de ese momento, cuando se cruzaba conmigo en la Feria del Libro, se detenía a charlar conmigo, haciéndome sentir cálidamente privilegiada. Años más tarde, comencé a coordinar talleres literarios y tuve al comienzo grupos de chicos y de adolescentes. Eran, en su mayoría, chicos enamorados. Amaban los libros de Elsa. Traían a los encuentros sus ejemplares queridísimos, leidísimos, suspiradísimos y los compartíamos co-suspirando, co-asustándonos y co-disfrutándolos en voz alta. Mi último contacto con Elsa fue en el 2007 a través de un homenaje en el que participé como oradora".

 

Gabriela César, librera de El libro feroz, recuerda:

"Hemos crecido junto a sus libros. Sus palabras son parte de nuestra historia. Y a pesar que hace ya muchos años que no la tenemos con nosotros, sus libros continuaron propagándose, pasando de mano en mano, de generación en generación y conquistando nuevos lectores. 'Dibujando puentes, diría Elsa. 

Una de las cosas más interesantes que tiene su literatura es no menospreciar al joven lector. Si bien es consumida ávidamente por el público infantil, no se agota ni se cierra. Su mundo imaginario de la niñez se expande, ramifica e invade sin pedir permiso.

El compromiso con la realidad y con el valor estético se conjugan en su obra como un estandarte de libertad. Esa misma libertad ganada que observamos hoy en la literatura infantil, donde por suerte ya no hay temas tabú, donde los libros no cierran sentido sino que permiten a los jóvenes lectores abrir nuevas lecturas".

Melina Pogorelsky (Buenos Aires, 1979) se dedica a la escritura y a la docencia. Coordina talleres de creación literaria y ha publicado diversos libros para chicos y jóvenes, como Los Súper MinisUna ciudad mentirosa y Si te morís, te mato, entre otros. Su novela Como una película en pausa recibió el premio Alija en la categoría Novela Juvenil y el Premio Fundación Cuatrogatos.

"Lo que yo puedo decir de Elsa es muy personal: ella me abrió una puerta como lectora, fui una lectora ferviente de sus libros y porque me abrió una puerta, yo creo, como escritora. Leyendo el cuento "La casa viva", de Socorro, podía sentir el sabor de la sal, de esa casa de playa, podía sentir el terror, el miedo soplándome la nuca mientras leía y me acuerdo de haber pensado "¿esto se puede hacer con palabras, esto está haciendo esta autora con las palabras, me está generando esto en mi cuerpo, un efecto físico al leer". Para mí eso fue un antes y un después. Tenía nueve años y empecé a escribir. Tengo muy presente en mi escritura eso que uno con palabras puede generar en el otro, y se lo debo a Elsa Bornemann. 

Por otro lado, me reencuentro con su escritura muchísimos años después dando clases, trabajando con chicos, dando talleres de creación literaria, como maestra. Sus ibros siguen siendo vigentes, hermosos, innovadores, maravillosos, cálidos, sorprendentes. Es una escritora que se queda para siempre con nosotros".

 

 

Fuentes: Sitio oficial Elsa Bornemann, La Nación, Chicos y Papás, Elsa Bornemann Ilustrada, Revista Imaginaria, Educar: Elsa Bornemann (1952-2013): la escritora que les hablaba a los chicos, Mónika Kilbanski.

 

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Verónica Sukaczer

"Lindo día para volar"

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2014Letras
 Diploma al Mérito

Verónica Sukaczer
Premio Konex 2014: Juvenil

   Premio Konex 2014. Periodista recibida en el Instituto Grafotécnico, escritora y editora. Es autora de numerosos libros de cuentos y novelas para niños y jóvenes, entre ellos: El inventor de puertas; Nunca confíes en una computadora; Nunca salgas desconectado; La cena del dinosaurio; Shemaparin, la lengua perdida; La última palabra; El probador de espejos; Lindo día para volar. Y de un libro de cuentos para adultos, Mal de familia. Por su obra recibió diversos premios, como el Segundo Premio Nacional de Literatura Infantil (producción 2008-2011) por Hay que ser animal; el premio Los Destacados de Alija (2013) por La memoria de todos y menciones especiales en los concursos de las editoriales Sigmar (2009) y SM (2012). Colabora en las revistas Billiken y PIN. Desde el año 2013 coordina talleres literarios. Además es especialista en discapacidad auditiva y diplomada en Logogenia.

Verónica Sukaczer (Buenos Aires, 1968) es periodista, escritora y editora. 

"Tenía seis años cuando me regalaron Tinke-Tinke, y el libro, con mis dibujos (porque tenía páginas para que los lectores dibujáramos) todavía sigue destartalado y querido en mi biblioteca. Puedo recitar de memoria, completo y perfecto, el poema de la mandarina Corina, y declamar una versión personal del poema del tomate muerto.

La poesía de Bornemann, llena de humor y de juego, era muy diferente a la poesía que se aprendía en los colegios en los años '70. Tal vez fue esa mezcla explosiva, hermosa, única, la que hizo a nuestra generación. El libro de los chicos enamorados fue el lugar donde viví mi infancia. 

En mis veintipocos, cuando quise escribir para chicos, volví a la poesía de Bornemann y descubrí sus cuentos. Un día, en la Feria del Libro en el viejo Centro Municipal de Exposiciones, quedé sentada en una mesa larga a su lado, con sensación de esto no me está pasando a mí. ¡Quedé sentada al lado de Elsa Bornemann!

Elsa prologó mi primer libro, uno que nadie conoce y se titula Ventana de la imaginación. Es el prólogo más hermoso del mundo. Cuando mi hijo mayor empezó primer grado en un aula que llevaba su nombre se me ocurrió pedirle unas palabras de bienvenida y ella envió un poema para todos los chicos. Y así la vida, siempre, atravesada por sus textos.

Poco tiempo después de su muerte me enteré de que su biblioteca personal se había vendido a una librería de viejo de la avenida Corrientes. Nunca tengo la plata que quisiera para libros pero allá fui, a rescatar lo que se pudiera, a guardar y atesorar los libros que ella había leído, que es lo que me gustaría que alguien hiciera alguna vez con los míos".

 


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